miércoles, 3 de abril de 2013

Miradas Viajeras: Viajeros Ilustrados en Elche


El siglo XVIII fue una época de modificaciones estructurales en todos los planos. La revolución científica, el inicio de la industrialización en Inglaterra y el asentamiento del racionalismo como producto del movimiento ilustrado, son sus notas más destacadas. Valores libertarios, fraternidad, nacionalismo y un exacerbado sentir individual e imperialista, contribuyeron —junto con el avance tecnológico— a que occidente continuara con renovado ímpetu su expansión por todo el mundo.

Una de las instituciones culturales más significativas de mediados y fines del siglo XVIII fue el Grand Tour, un fenómeno que se considera el precursor del turismo. El Grand Tour pretendía ilustrar; enseñar a los futuros funcionarios del Imperio Británico el esplendor  las grandes civilizaciones romana y griega.


España quedó fuera del "tour " hasta el último tercio del siglo; el deseo de visitar nuevos lugares y la ilusión de exotismo que la Península les brindaba, atrajo la atención de los viajeros; para el viajero ilustrado el paisaje será el libro donde leer la realidad española: sus monumentos y costumbres y también sus problemas, sus carencias y la historia de su decadencia.
Paseo Nuevo de Barcelona
Elche aparece en los libros de los viajeros ilustrados que visitaron la ciudad; estos viajeros precursores del turismo en Elche, nos han dejado un valioso legado, una visión integradora del paisaje, que tiene en cuenta no solo la función agrícola del oasis, sino todos aquellos elementos – industria, arquitectura, urbanismo  – que forman parte del paisaje y sirven las necesidades de la sociedad que lo gestiona. 

En esta primera entrega de "Miradas Viajeras", recogemos las impresiones de tres grandes viajeros del siglo XVIII:  Jean François Peyron, Henry Swinburne y Alexandre-Louis-Joseph, conde de Laborde

Jean-François Peyron, traductor, historiador y diplomático francés, era, según sus propias palabras un enamorado de España, dejó constancia de su viaje por España en dos volúmenes publicados en Ginebra, Essais sur l'Espagne obra que debido a su enorme éxito tuvo que ser reimpresa dos años después en París y Londres. Durante su estancia en nuestra provincia pasó por Alcoy, Alicante, Elche y Orihuela, antes de dirigirse a Murcia.

Itinerario de Peyron en España

“A cerca de dos leguas de Alicante el viajero se encuentra en un bosque de palmeras; ese árbol lleva consigo un carácter de nobleza y de simplicidad, pero es triste; sin embargo cuando está tan multiplicado como en los alrededores de Elche, adorna la campiña y produce un bello efecto. Me creía transportado a los llanos de Alejandría o del gran Cairo; consideraba con un placer nuevo para mí el racimo dorado y frondoso en que el dátil está suspendido; un horizonte sin cesar, variados verdes valles y cortados de mil arroyuelos, un cielo puro y brillante, alegraban aquella escena y la convertían en una de las más interesantes de mi vida por las ideas que me inspiraban.”



Peyron llama arroyuelos a las acequias que recorrían la ciudad y regaban el Palmeral.

Acequia J. Laurent 1865

Henry Swinburne, escritor, viajero e hispanista inglés, nació en Bristol en 1743. Visitó España en 1775 acompañado de su amigo Sir Thomas Gascoigne. Las impresiones de su viaje quedaron recogidas en un libro, Travels through Spain in the years 1775 and 1776 (Londres, 1779) redactado, como muchos de la época, en forma epistolar.

Henry Swinburne

"Paramos en Elche, una ciudad grande perteneciente al duque de los Arcos, construida a las afueras de un bosque, o mejor palmeral, donde los dátiles cuelgan por todos los lados en racimos de color naranja, y los hombres balanceándose en cuerdas de yute que los recogían constituían un espectáculo curioso y agradable. Las palmeras son viejas y enormes, su número dicen que excede el de doscientos mil. Muchos de los árboles tienen las ramas atadas hasta un cierto lugar y cubiertas con esterillas para que no les afecte el sol ni el aire. Con el tiempo las ramas se vuelven blancas y entonces se cortan y se envían por barco desde Alicante a Génova y a otras partes de Italia para las grandes procesiones del Domingo de Ramos, un tipo de comercio poco común"



Para los ilustrados la belleza del paisaje español o su pintoresquismo, es primer paso en su apreciación estética de la naturaleza. Henry Swinburne,  nos ofrece una hermosa descripción de un palmeral en plena explotación  fenicicola, el oficio de palmerero y  la artesanía de la palma blanca.


Alexandre-Louis-Joseph, conde de Laborde, nació en París, hijo de un rico financiero de origen español.  Escritor y político, diputado liberal en 1822, participó en la revolución 1830. Más tarde fue colaborador de Luis Felipe. Entre sus obras más célebres  el Voyage pittoresque et historique de l'Espagne (Viaje pintoresco e histórico de España) (1806-1820, 4 grandes tomos con 349 grabados) y el Itinéraire descriptif de l'Espagne (Itinerario Descriptivo de España) (1808, 5 volúmenes y 1 atlas). Estos libros contribuyeron decisivamente, a difundir en el extranjero una visión de España más fiel a la realidad, rompiendo con algunos de los anteriores tópicos por los que era conocido nuestro país en Europa. Ambas obras fueron el resultado de un gran proyecto para elaborar un inventario de lugares de España, bajo el patrocinio directo del rey Carlos IV y el mecenazgo de su ministro Manuel Godoy. Para su realización, Alexandre de Laborde recorrería la mayor parte de la geografía española, en varios periodos entre 1798 y 1806, con un equipo formado por eruditos, artistas y dibujantes, entre los que sobresalieron Jacques Moulinier y François Ligier.



“Elche, villa grande, situada en una llanura casi enteramente cubierta de palmas, cuenta con 15.000 habitantes. Créese que es la antigua Illice, de donde se denominó el golfo Ilicitano. Tiene algunas calles buenas, muchas plazas grandes y cuadradas, y seis fuentes; una de ellas de mármol en figura de sepulcro, arroja el agua por veinte caños, y es la única potable, siendo las demás amargas.  Esta villa tiene una fábrica de jabón y muchas tenerías; hace un grande comercio en palmas y dátiles, de los que se cogen algunos años hasta 120.000 arrobas. La mayor parte de sus habitantes se entregan a la agricultura, en la que hallan el fruto de sus desvelos.”


Elche grabado de 1880
Laborde hace una magnifica descripción de Elche, muy ajustada a la realidad de la época en que visito la ciudad, por este motivo merece la pena que nos detengamos en su texto para ampliar la información que nos dejo este  gran viajero.
En el siglo XVIII  Elche experimenta un gran desarrollo urbano, la villa alberga cerca de 20.000 habitantes, y su  economía se basa fundamentalmente en la agricultura, en cuanto a la industria Laborde hace mención a la industria del jabón y la tintorería, pero importancia industrial de la ciudad era algo mayor de la que cita Laborde, la ciudad contaba con industrias de almidón, aguardiente, curtidos, platería, cantería, confitería  y  chocolate .


La gran cantidad de plantas barrilleras y olivares en el termino municipal de Elche, favoreció  durante siglos  la  industria de jabón.  En 1783 Elche llego a contar con 210 almazaras que se agrupan en el recorrido de las acequias y la ciudad contaba con cuatro jabonerías.
El texto de Laborde también alude a un problema endémico en Elche, el abastecimiento de agua potable. Hasta el ultimo cuarto del siglo XVIII, cuando el casco urbano sobrepasaba las 15.000 almas, el agua utilizada por la ciudad se reducía a la salobre del Vinalopó, que corría por la Acequia Mayor y sus canales secundarios, a su paso por las calles de la villa. Como indica Laborde, existían fuentes que también suministraban aguas salobres.


El agua potable se almacenaba en aljibes, circunstancia que ya cito Al-Edrisi en el siglo XIII “Para beber los habitantes tienen necesidad de traer de otros puntos agua de lluvia, que conservan en aljibes”. Para los casos de extrema necesidad, la villa poseía cisternas junto al Alcázar  plaza de Santa Isabel y Plaza de la Fruta. Los primeros proyectos de traída de aguas potables datan de 1722 para traer agua de Monforte. En 1788 por iniciativa del Obispo Tormo, se inician las obras para traer agua potable de la fuente de Barrena en Aspe. En 1789 llegaba por primera vez agua potable a la ciudad, a una fuente situada en la plaza de la Merced.
Hoy como entonces la escasez de agua sigue siendo un problema, que castiga el campo de Elche.

Mercedes Aranzueque Sánchez
Jose Orts Serrano
Con la colaboración de Emilio Soler Sala

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